Enigma Otoñal

El viento se desliza suavemente entre sus cabellos negros,
la piel se descubre como un homenaje a Eros,
blanca como la luna, fresca como el azul del lago,
irradia el halo mágico de su noble estirpe.

El corcel trota al ritmo de los jilgueros,
que escondidos entre las ramas entonan su himno matinal,
diminutas gotas de rocío coronan el cuadro cual sueño pagano,
la humedad del amanecer brilla en sus labios carmesí.

Custodiada por los rayos del sol en su inicio,
que fulguran entre el acero y el cuero lustrado,
bañan de tibieza sus pies que se descubren como joyas,
los mira, los sabe hermosos, rueda una lágrima,
pues ellos nunca han sido besados.