Los días de encierro se habían terminado, la imaginación ya te había llevado a diferentes lugares que pensabas recorrer, te imaginabas los rayos del sol volviendo a dar vida a tu piel.
Todos los recaudos para ese día estaban contemplados.
Te despertaste cuando el sol estaba cortado por el horizonte, solo una tenue luminosidad de tono naranja iluminaba los espacios de la ventana.
Todo estaba normal, hasta que giraste la cabeza y ahí estaba Ella parada entre la pared y los pies de la cama, imponente, de mirada dominadora, la amargura reflejada en su rostro, tu cuerpo se estremeció por los temblores y la transpiración, tu día termino en ese instante, tu cita con el sol fue pospuesta por un tiempo más, tu encuentro con la paz interior fue lesionado nuevamente.
Ella sabía lo que hacía, tus sentidos fueron confundidos, los sueños se mezclaron con la realidad, sino como explicar su presencia si Ella había muerto dos años atrás.
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