El anciano maestro juguetero la presentaba como la muñeca más
hermosa y perfecta del mundo, primera figura en el escaparate de la tienda. Sin
embargo no era adquirida por nadie, así fue como fue cayendo de estante en
estante hasta terminar arrumbada en el rincón de los viejos muñecos.
La mano de una niña que curioseaba en el lugar se extendió
para tomarla, pero instintivamente fue hacia atrás, el maestro juguetero le
pregunto el porqué de su arrepentimiento. La niña dijo sus ojos son sus ojos.
El viejo artesano tomó la muñeca y observó, con gesto
confundido le contesto a la niña, que tienen de malo, si son como los míos?. La
niña lo miró y sin mucho interés le dijo, son opacos, no tienen vida.
Sin decir palabra el anciano tomó la muñeca, la aferró
firmemente y desapareció entre las cortinas de la salida trasera.
3 comentarios:
que bello texto lleno de emociones
abrazos con luz para vos
Ojos sin vida...
Pobre...
Saludos.
Qué triste y bello relato a la vez. Saludos
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