No es la luz de la luna la que me desvela,
ni el tímido haz dorado que escapa del candil,
no es eso mi niña, es tu manto que tutela,
un corazón suave como la lluvia de Abril.
Tema quien quiera arremeter tu ciudadela,
porque miles de ángeles de mirada gentil,
cubrirán Tu cuerpo, magnífica acuarela,
obra celestial con alma de miel y marfil.
Así como tu mirada pura en la niebla,
aleja negros fantasmas de incertidumbre,
el sol de tu sonrisa, de magia nos habla.
Esa magia que al noble sentido deslumbre,
sepa el peregrino no es arma maliciosa,
preciosa sonrisa, como el sol en la cumbre.
Fernando De Giacomi
5 comentarios:
Intenso y bello texto
Muy bello.
Cuanta belleza encierra tus letras
Un abrazo
Siemore sigue siendo un placer leerte.Caminantecaminemos.blogspot.com
Cuánta inspiración en esa sonrisa. Muy bella poesía. Saludos
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