Madrugada de Influenza A

Caminamos perplejos esta madrugada,
Gris, Perdido y yo nos sentimos extraños,
poco ruido en nuestra calle, parece sedada,
no hay bebidas ni rastros de cuerpos dañados.

Los humanos estos días caminan preocupados,
no se ven sus ojos y sus rostros están adustos,
alguien estornuda y se siente excomulgado,
disyuntiva en su cerebro ¿será el próximo sorteado?.

Perdido otea en busca del viejo bullicio,
ya no hay fiesta en nuestros dominios,
en un momento se detiene frente a un edificio,
poca luz ilumina esos rostros y no son niños.

Se despiden con falsa formalidad,
vestimentas elegantes noche de motel y reuniones vacías,
escapando de la peste que afecta la actualidad,
sexo con barbijo para no contaminar las encías.

Nos reímos los tres mientras el barrio murmura,
por más que nos digan callejeros y molestos,
no jugamos a la escondida ni a ser gente pura,
somos libres como el viento ¡que nos importa comer restos!

¿Ahora solo nosotros comemos restos?